miércoles, 23 de marzo de 2016

Pan de leche trenzado sin gluten


¡Hola de nuevo mis queridos panaderos! 

Antes de nada, perdonad por la tardanza de las recetas. Pero es que he comenzado esta semana un curso de blogger, y tenía que adelantar algunas cosillas por casa, antes de comenzarlo. Ya que ahora no tengo mucho tiempo. 

Además, he estado preparando el curso de decoración para la Asociación de Celiacos, y como no, también he ido experimentando y probando nuevas recetas, para posteriores post.

¡Ah! Y también está el viaje a Barcelona, aunque, ya os mantuve bastante informados por el instagram (por lo menos lo intente). Cuando tenga un ratillo (a ver estas vacaciones), os contaré algunas cosillas.

Ya podéis ver el programa de la panificadora para el “pan rústico con maíz”, como os prometí. 

Bueno, y ahora para no enrollarme más, os pongo la receta. Esta vez os traigo un pan hecho a mano, que no necesita panificadora, y que para las tostadas de los desayunos está delicioso. Es un pan trenzado con leche, os recomiendo que lo probéis. ¡Os encantará!



PAN TRENZADO SIN GLUTEN 

Ingredientes:  
  • 100 g de leche 
  • 200 g de agua 
  • 100 g de aceite
  • 1/2 cucharadita de sal 
  • 100 g de harina Mix B 
  • 200 g de Proceli 
  • 50 g de harina de arroz 
  • 15 g de miel
  • 1/2 nuez de levadura fresca de panadería 

Preparación: 

Primero, ponemos en una jarra o bol (lo que más os guste) la miel, la leche un poco calentita y la levadura. 

Mezclamos, hasta que la levadura se ha deshecho y reservamos. 




Mientras, en un bol, mezclamos todas las harinas, y reservamos. 




A continuación, mezclamos el agua, el aceite y la sal, y lo añadimos a la mezcla de harinas.





Con mucha paciencia (todos conocemos como se manejan las masas sin gluten), vamos amasando con la ayuda de una espátula.






Cuando está bien mezclado todo, y no nos quedan muchos grumitos, echamos el “prefermento” (donde hemos disuelto la levadura), y seguimos mezclando con la espátula, para integrarlo todo muy bien.





Dejamos reposar entre 2-3 horas, para que leve bastante.


Transcurrido ese tiempo, volvemos a amasar, con la espátula (para que no se nos pegue mucho), y dejamos reposar entre 1-2 horas, para que vuelva a subir. 

 

Ahora toca armarse de mucha paciencia, poco a poco echamos la masa en una superficie enharinada o engrasada (recomiendo más engrasarla con aceite), y, con las manos untadas con aceite vamos amasando. Separamos la masa en 2 trozos, los estiramos, y luego los entrelazamos entre sí. Podéis ponerlo directamente en una bandeja de horno con papel vegetal, o en un molde engrasado y enharinado, lo que más os guste, en mi caso usé un molde engrasado con aceite.

Podéis añadirle semillas de sésamo.




Volvemos a dejar reposar 30 minutos o 1 hora.



 
Metemos en el horno frío, y lo ponemos a 50 ºC, durante unos 30-45 minutos. Luego, lo subimos a 200 ºC y lo dejamos 40-50 minutos, dependiendo de vuestro horno. 


 
 Mi truco es, que si lo hacéis con molde, cuando esté finalizando, lo saquéis y lo pongáis directamente en la rejilla/bandeja del horno. Así os aseguráis de que está hecho del todo. 

Cuando lo sacamos del horno lo dejamos enfriar sobre una rejilla y ¡a disfrutar!



Espero que os salgan deliciosos, y que me comentéis cómo lo habéis hecho y si cambiaríais alguna cosa. Me hace mucha ilusión conocer vuestra experiencia y qué tal os ha salido. ¡Os espero en los comentarios!



Y ahora os dejo, que mi mente está maquinando hornear un pan de torrijas… ¡Ya os contaré que tal! 

Un beso enorme a todos. Y recordar… ¡mantened vuestros hornos a punto! 


“El ser humano no vive sólo de pan. Necesitamos amor y cuidados, y encontrar una respuesta a quiénes somos y por qué vivimos.” Jostein Gaarder

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